jueves, 21 de abril de 2011

ELEGIMOS EL CAMINO A SEGUIR.

El punto es como vemos la vida, como la adecuamos  si nuestro deseo es vivir una vida en abundancia, si  luchamos para ello, si nos esforzamos realmente, si peleamos. No importan las circunstancias, no importan las situaciones, soy yo el que decidió el camino a seguir (y es esa la autoridad que Dios nos da).

 “Si Dios quiere”, hay ocasiones en las cuales la voluntad divina no tiene injerencia alguna, ya que los resultados obedecen exclusivamente a nuestra decisión individual. Dios no puede decidir por nosotros, cada uno es dueño de su destino. El que decide es uno, no Dios. Para eso él nos creó con libertad de elegir. Pero si no elegimos, algo o alguien lo hará por nosotros. Y ese algo o alguien no es Dios.

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